Trabajos académicos







“Mapurbe venganza a raíz”:
La voz de los Mapuche en la ciudad[1]



      David Antonio Coñomán Romero
       Licenciatura en Educación en Castellano
       Universidad de Santiago de Chile
         conomaster@gmail.com
 

Resumen

En la segunda mitad del siglo XIX el gobierno chileno comienza a interesarse seriamente en la provincia de Arauco. El Estado de Chile inicia un proceso que podemos denominar “violencia legal” contra la nación mapuche. Este es conocido como la “pacificación de la Araucanía”. Los constantes abusos y robos, provocan una serie de modificaciones estructurales en la organización de las comunidades indígenas de la zona, lo que produce la emigración casi forzosa de lo rural a lo urbano.

En la actualidad, según el Instituto Nacional de Estadísticas, más de la mitad de los mapuche viven en zonas urbanas. Esta movilidad de grupos sociales crea códigos comunes que permiten una supervivencia de nuevos sujetos sociales urbanos. Con  intenciones de adaptación, en un medio que los reprime y segrega constantemente, nacen nuevos diálogos identitarios poco analizados hasta el momento. Es  aquí donde encontramos a Mapurbe venganza a raíz, de David Aniñir, obra literaria que plantea  una resignificación a la resistencia de los mapuche sin tierra de la capital.

Bajo este contexto, se pretende analizar reflexivamente las nuevas formas de pensamiento de los indígenas de la ciudad de Santiago de Chile en un plano de la identidad,  ocupando como objeto de estudio el texto “Mapurbe venganza a raíz”  del indígena urbano David Aniñir.



Palabras claves: Mapuche, urbe, identidad, diálogo.

Abstract

In the second half of the 20th century, the Chilean Government presents its interest in Arauco Province. The Chilean State begins to develop a process called “Legal Violence” against Mapuche Nation and this is known as “Pacification of the Araucanía”. The constant abuses and usurpation bring on a series of structural modifications in the organization of indigenous communities placed in the area. This situation causes immigration, almost obligatory, from the rural to the urban area.

Nowadays, according to the National Statistics Institute of Chile more than half of the mapuche people live in urban areas. This social mobility creates common codes that allow the survival of those “new urban social subjects”. As an attempt of adaptation, in an environment that constantly represses and isolates mapuche people, arises new identity dialogues not much analyzed until now. In that context, we find Mapurbe venganza a raíz” written by David Aniñir, a book that presents a new view of the mapuche resistance without land of the capital.

In this context, It is pretend to analyze the new school of thoughts of the indigenous living in Santiago de Chile focused on the identity, having as a subject the text Mapurbe venganza a raíz” written by the urban indigenous David Aniñir.


Key words: Mapuche, city, identity, dialogue.








 La voz de los Mapuche en la ciudad

En este Bicentenario[2], en el que la consigna es la unidad, el Presidente Sebastián Piñera dijo el 17 de agosto en su gira denominada “Bicentenario” lo siguiente: “He invitado a que participen en un lugar protagónico a los cuatro ex presidentes (Patricio) Aylwin, (Eduardo) Frei, (Ricardo) Lagos y (Michelle) Bachelet para que sea una fiesta en que recordemos los 200 años de vida independiente y aprendamos las lecciones que esa historia nos entrega.”[3] Pero la pregunta nace en quiénes son los celebrados, o mejor dicho, quiénes están invitados a esta celebración. La pena, la violación y la muerte ¿son motivos de celebración? El genocidio cada vez se ha integrado a nuestra sociedad y por medio de propaganda “anti-organizativa”  vuelve a ocultar las periferias de la sociedad.

El estado neoliberal trabaja con una política homogeneizadora que necesita de sujetos que, condicionados a su posición social, participen como herramienta de mantenimiento. El pueblo chileno respondiendo a esa demanda: por un lado ha logrado crear una pasividad en los sujetos, que deben consumir sin cuestionar, y por otra una  homogenización de la población que no discrimina en etnia.

Podemos observar como uno de los principales objetivos de los estos Estados  regulados es anular la memoria y mantener en la pasividad a sus integrantes. Frente a esta situación los llamados  pueblos minoritarios  han creado sistemas de resistencia como medio de preservación; sin embargo la lucha, en estos Estados, es interpretada como sinónimo de terrorismo. Resulta irrisorio pensar que siguen existiendo presos políticos mapuche cuando ya en 1993 el artículo nº1 de la Ley Indígena de Chile sostenía “es deber de la sociedad y del Estado en particular, a través de sus instituciones, respetar, proteger y promover el desarrollo de los indígenas, sus culturas, familias y comunidades (…)”, o, peor aún, ser víctimas de la Ley Antiterrorista a “personas” que no hacen más que defender y recuperar sus comunidades. Es así como podemos notar cómo el Estado chileno reconoce la condición indígena pero no la existencia de pueblos indígenas, anulando su presencia, idioma y costumbres.


Antecedentes que nos da nuestra historia.

La historia cuenta que  la guerra de Arauco comienza alrededor de 1546, luego que Pedro de Valdivia se propusiera extender el territorio de la Corona Española, y de cierta forma “proteger” la ciudad de Santiago de los “ataques” indígenas[4]. Fue así como este conquistador propuso una expedición terrestre a la denominada provincia de Arauco. Lamentablemente, para los españoles, los naturales ofrecieron resistencia y no pudieron cruzar el río Biobío. Valdivia, en primera instancia, retorna a Santiago, pero con el transcurso del tiempo comienza a fundar ciudades en propiedades indígenas provocando el descontento de los mapuche. Posteriormente el Toqui[5] Lautaro que servía como esclavo a Valdivia, decide escapar y reorganizar las fuerzas indígenas. En 1553 el líder mapuche doblegó al ejército español en la llamada “Batalla de Tucapel”, haciendo retroceder a los funcionarios de la Corona.

Ya en el período republicano, luego de muchos enfrentamientos y de la posterior independencia de Chile, se realizó un parlamento general con los mapuche que habitaban al sur de Biobío. El fin era acordar normativas que permitiesen regular las relaciones territoriales de indígenas con winkas[6]. Esta reunión fue llamada “Parlamento de Tapihue” y fue celebrada en enero de 1825. Sin embargo, el tratado que delimitaba la zona chilena con la nación independiente indígena duró muy poco. En 1861, el francés Boyle Mariotte, luego de convencer a un grupo de Loncos sobre un proyecto independentista se autoproclama Rey de la Araucanía y de la Patagonia, formando un pseudo gobierno ministerial. El Estado de Chile, bajo el mandato de José Joaquín Pérez, ocupa esta irrisoria situación para anular el parlamento con el argumento de que el antiguo tratado tenía vacíos administrativos. Comenzó así la denominada  “Pacificación de la Araucanía”, proceso en el cual el gobierno de Chile pretende unificar el país, anexando la zona indígena. En 1883, luego de haber combatido en la Guerra del Pacífico, el Estado de Chile integra la Araucanía a sus normativas políticas, terminando un ideal que desde la Colonia se buscaba, dando por finalizado, para muchos historiadores, la Guerra de Arauco.

Los antecedentes posteriores a la “pacificación” demuestran cómo por medio de una “violencia legalizada”, la usurpación y el robo a los pueblos originarios sigue presente cambiando el campo de batalla. Ya la década de lo 30’ encontrándose el país en una crisis económica - unido a la reestructuración de políticas para los mapuche -, muchos de estos indígenas quedaron sin tierra y por consecuencia, sin trabajo. Comienza un proceso de migración masiva de la gente al norte, que provocó una saturación de las ciudades cercanas, obligando a los inmigrantes a migrar mucho más lejos llegando incluso hasta Santiago.

La Reforma Agraria del gobierno de Eduardo Frei Montalva en la década de los 60`, produjo una nueva modificación en el sistema de vida de los indígenas, y aunque se detuvo en 1972 con la Ley Indígena 17.729 de Salvador Allende, el proceso de fragmentación se vio restituido con el Decreto Ley 2.568 de la dictadura militar, que permitió nuevamente la división de las comunidades.

En 1979, en pleno régimen militar, se dictó un decreto conocido como "la ley de división de tierras", que tenía como fin terminar con el sistema de propiedad colectiva. Para las comunidades mapuches ­que son agrupaciones de familias unidas por línea paterna­, esto significó un quiebre de su dinámica interna, ya que por la petición de un solo miembro se podía disolver la comunidad. Se estima que cerca de 1.300 comunidades se desintegraron para transformarse en pequeños predios privados. Aparte de las rencillas familiares, eso dio un reimpulso a la migración hacia la urbe. La ñuke mapu, la "madre tierra", comenzó a ver cómo los jóvenes de su pueblo cambiaban los bosques de araucarias por la tierra suelta de los cordones marginales en las grandes ciudades. (Marambio, 2002)[7]

Cabe destacar que durante el régimen de Augusto Pinochet el estado militar adoptó un modelo económico neoliberal, donde la homogenización se convierte en un pilar de la sociedad.

La urbe actual

El último censo[8] de población realizado en el año 2002 en Chile señala que en nuestro país viven  692.192.- personas que se declaran pertenecientes a grupos étnicos[9], de los cuales el 87,3% de los declarados indígenas pertenecen al pueblo mapuche. Los mismos datos señalan que casi un 63% de los mapuche corresponden a una población urbana, concentrándose cerca de 180 mil personas en la capital, Santiago.[10]

Muchos de los que actualmente se identifican como pertenecientes a pueblos originarios, no necesariamente viven en las localidades que sus ancestros ocuparon. Esta movilidad demográfica conlleva una serie de cambios estructurales en la conformación de los sujetos sociales. Por un lado, el Estado chileno al no considerar un carácter pluricultural en Chile y excluirlo de sus leyes – referido principalmente en la  constitución- anula a un amplio grupo de personas. José Llancapán, consejero de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), señala en el artículo “Mapuche urbanos: somos hijos de la Tierra” lo siguienteLos mapuches urbanos tienen su propia lucha en la metrópolis: la de tratar de conservar sus tradiciones y no perderse en el mundo Huinca”, y por otro, las mismas comunidades no reconocen en su totalidad a estos champurria[11] capitalinos.

La vida de la urbe presenta distintas realidades que se enfrentan con las provenientes de la rural. En la ciudad la discriminación se ha convertido en un método de sobrevivencia, en donde el que pertenece a los grupos de poder es quien ha podido resistir a un nuevo sistema social. El emigrante, por otro lado,  aunque en primera instancia llega manteniendo sus costumbres y su lenguaje, poco a poco va modificando sus tradiciones atacadas por la cultura predominante, muchos lo pueden llamar adaptación. Sin embargo esta adaptación se instala a tal punto en que los orígenes son ocultados, enmascarados y/o invalidados con un fin de integración. Gran parte de los indígenas urbanos han sido humillados puesto que en estas nuevas zonas geográficas no existe un gran arraigo de las comunidades, debido a que no se han logrado trasladar en su totalidad a la urbe. Algunos originarios han optado por no continuar con sus tradiciones, adaptando su apariencia al entorno. Este sentimiento de angustia, y por qué no decirlo de limbo existencial, es lo que muchos de los indígenas nacidos en la urbe viven y transmiten.

En medio de todo este entramado de abusos y ambigüedades nace David Aniñir y su poemario Mapurbe venganza a raíz que, como señala el mismo poeta en una entrevista realizada por la organización mapuche “Meli Waxi Mapu”,  retrata la tensión del pueblo indígena. Cito:

 “Yo, lo que intento es plasmar en mi expresión literaria, de autoformación mi poesía con un montón de mezclas y transculturizaciones que hemos tenido como generación que ha nacido en la ciudad, como jóvenes mapuches. A partir de esa expresión yo también me sitúo y la expreso a través de mi poesía, que es gutural, irónica”[12].

Aniñir en su poemario nos habla de la lucha y nuevos diálogos que tienen los sujetos de globalización. Sujetos que viven en un limbo de ambigüedades y conflictos.

“Y me quedo parado aquí, entre pewenes electrocutados
Y me quedo parado aquí mirando a uno y ningún lado
Y me siento tan imbécil, inmóvilmente imbécil
En el anhídrido ahue`onamiento nuclear
Auspiciado por las miradas”
ACULLÁ Nieva pus (fragmento)

Este poeta urbano hace una crítica social desde el dolor de un pueblo, que sigue siendo negado. Critica la injusticia que muchos de los mapuche urbanos viven: la exclusión. A lo largo de su obra podemos notar que  existen grandes temas dignos de analizar que, a mi parecer, necesitan ser masificados aunque para muchos sean complicados.

La marginalidad es un recurso constante en este poemario, puesto que es presentado  como un  resultado de muchos entramados sociales; un producto del desecho social, pero que a la vez está viva y construye. Es así como la periferia se convierte en el mundo de los rechazados, existiendo distintos tipos de rechazos. Leonel Lienlaf[13] en su prólogo señala “Mapurbe golpea con fuerza, aplastando sobre el cielo de la periferia, periferia que después de todo es la construcción  del geto en la cual nos asfixian de maltrato, el gas que va pudriendo nuestra alma y nos separa de la tierra”. La periferia se vuelve un nuevo centro de sobrevivencia, pero que además de subsistir construye.

“Mapurbe;
La libertad no vive en una estatua allá en Nueva York
La libertad vive en tu interior
Circulando en chispa de sangre
Y pisoteada por tus pies”
                                               Maria Juana La Mapunky De La Pintana, (fragmento).

Aniñar utiliza a una María Juana y nos habla de la Mapunky, que es resultado de la resistencia y la lucha, estas muchas personas que son determinadas por su vida y sus condiciones “Eres Mapuche en F.M. (o sea, Fuera del Mundo)/ eres la mapuche girl de marca no registrada”, no nos habla de alguien, sino de muchos “alguienes” que se ven identificados por la segregación en su estilo de vida.

La revista chilena de literatura publicó en el año 2009 un artículo de María José Barros[14] y señala que:

“(…) la incorporación del punk por parte de los mapuches urbanos (…) demuestra cómo un  pluralismo étnico puede ser resignificado, beneficiosamente, a partir de un elemento cultural mundializado, volviéndolo legible para una mayor cantidad de personas (…) Esta transformación no es signo de aculturación, es un nuevo modo de instalar y articular reclamos de su etnia”

En los espacios sociales actuales se mueven sujetos segregados; individuos que mantienen viva la lucha de sus antepasados. Nuestros nuevos guerreros épicos utilizan los recursos que el mundo les entregó, las esquinas son los puntos de encuentro de ideas y visiones, la memoria para muchos sigue vigente, convirtiéndose en el motor de esta larga carrera. Nuestros luchadores ahora son los que combaten por lo robado, los presos políticos mapuche, los poetas indígenas, el Lautaro de Ercilla se ve enfrentado a nuevos opresores, aparece el Lautaro cibernético de Aniñir que “galopa, brinca y relincha sin apero”[15].

Somos de un mundo antiguo
Donde las revoluciones no eran necesarias
Tú te lavabas el rostro en el río de la verdad
Y yo rodeaba a nuestros hermanos animales
Pues con ellos vivíamos”
El Pewma Del Mundo Trasero, (extracto)

Para muchos conservadores, el pueblo indígena debería mantenerse apartado para no “mezclar sus raíces”, pero ¿dónde queda la evolución de la cultura humana? ¿Debemos segregarnos de la realidad? o ¿no somos dignos de ocupar la tierra robada? ¿Debemos los indígenas volver a caminar  a calzado descubierto? Entender la preservación de una cultura no es mantenerla aislada del mundo. Es cierto que nos movemos en un mundo que no nos reconoce y también es claro que fuimos invadidos y usurpados, pero el tema es reconocernos nosotros mismos. No debemos seguir excluyéndonos del mundo. La memoria es mucho más que recordar y sufrir; la memoria es respetar nuestro pasado, dignificando las luchas, manteniendo así el espíritu que nuestros abuelos nos mostraron. Nos encontramos en la “mierdópolis por culpa del buitre cantor”[16], pero somos los responsables de resignificar nuestra cultura, e intentar vivir en donde no nos han dejado. Debemos ir más allá de una recuperación de tierras – que no es un tema menor-, debemos recuperar nuestra posición en nuestra mapu[17], porque el ser mapuche es más que ser hombres de la Tierra; nosotros somos tierra, y estamos conectados con ella. La vida en comunidad es más que compartir un espacio determinado: es relacionarnos y sentir a nuestro peñis como un igual. Aniñir nos invita a reconocernos en nuestro día a día, a vivir en  las calles “Somos hijos de los hijos de los hijos / Somos los nietos de Lautaro tomando micro”.

La virtud que se reconoce en Mapurbe Venganza a Raíz es que, además de hacer un llamado a la construcción, pone en el tapete la lucha de los “sin tierra”, incorporando las problemáticas de los indígenas de la ciudad. Su oralidad se va mezclando con lenguajes fuertes en donde el co`a es integrado al discurso social.  La adecuación de herramientas permite ampliar nuestra cosmovisión. Probablemente todos sus poemas no logran una excelencia estética, o no cumplen los formatos tradicionales. Sin embargo el reconocimiento en estos nuevos poetas indígenas es la búsqueda de recursos desde un llamado del alma, fuente de inspiración para todo artista.

Termino este trabajo no con mis palabras, sino con las que nos presenta David en su poemario, para que detengamos la teoría y nos dejemos llevar por lo que el arte nos puede dar.

MAPURBE
Somos mapuche de hormigón
Debajo del asfalto duerme nuestra madre
Explotada por un cabrón.

Nacimos en la mierdopolis por culpa del buitre cantor
Nacimos en panaderías para que nos coma la maldición

Somos hijos de lavanderas, panaderos, feriantes y ambulantes
Somos de los que quedamos en pocas partes

El mercado de la mano de obra
Obra nuestras vidas
Y nos cobra

Madre, vieja mapuche, exiliada de la historia
Hija de mi pueblo amable
Desde el sur llegaste a parirnos
Un circuito eléctrico rajó tu vientre
Y así nacimos gritándoles a los miserables
Marri chi weu!!!!
en lenguaje lactante.

Padre, escondiendo tu pena de tierra tras el licor
Caminaste las mañanas heladas enfriándote el sudor

Somos hijos de los hijos de los hijos
Somos los nietos de Lautaro tomando la micro
Para servirle a los ricos
Somos parientes del sol y del trueno
Lloviendo sobre la tierra apuñalada.

La lágrima negra del Mapocho
Nos acompañó por siempre
En este santiagoniko wekufe maloliente.

David Aniñir.

















Bibliografía

a) Directa
  • Aniñir, David. Mapurbe venganza a raíz. Santiago: Odiokracia Autoediciones, 2005.

b) Indirecta
  • Barros Cruz, María José: La(s) identidad(es) mapuche(s) desde la ciudad global en Mapurbe Venganza a Raíz de David Aniñir. Revista Chilena de Literatura nº 75. Santiago, 2009

  • Chenard, Ariane: La identidad en el mapuche en el medio urbano, Meli Waxi Mapu, Québec, Canadá 2006.

  • Huenún, Jaime. La memoria iluminada: poesía mapuche contemporáneos. España: Centro de Ediciones de la D. de Málaga, 2007


c) Portales Online


  • Instituto Nacional de Estadísticas Chile (INE), Estadísticas Sociales Pueblos Indígenas en Chile, Censo 2002.  [ http://www.ine.cl ]. 



[1] Ponencia presentada para el XI Encuentro del  Corredor de las Ideas del Conosur “En el Bicentenario de la Independencia. El protagonismo de nuestros pueblos Campus de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Prov. de Buenos Aires, Argentina, 2010.

[2] En el año 2010 se celebra en Chile el bicentenario. Sin embargo, como en muchos países de Latinoamérica, la real independencia no se dio en 1810, fecha en la cual se realizó la primera Junta Nacional de Gobierno, sino que fue hasta 1818 cuando el país se declara libre de la Corona Española.

[4] El 11 de septiembre de 1541 el cacique Michimalonco, perteneciente a los picunches, tomó al mando tropas indígenas, organizando uno de los primeros ataques significativos a la recién fundada ciudad de Santiago, quemándola y destruyendo gran parte de ella.  

[5] Según muchas definiciones convencionales, los antiguos mapuche denominaban toqui al jefe de las comunidades en tiempo de guerra, sin embargo la definición es más amplia puesto que la elección abarcaba una unión social que era religioso-militar. La categoría de toqui era un  cargo, al igual que el lonco, que se depositaban en personas meritorias implicando un solo estado y no bienes económicos.

[6] Winka o Hinka es una denominación mapuche referida a los “no mapuche”, en muchas de las traducciones suele aparecer el chileno denominado winka, sin embargo, el término no es reduccionista a sólo una nación. Con el pasar del tiempo, la carga semántica comenzó a mutar, puesto que los “no mapuche” eran los que mataban y robaban a la nación originaria, es así como en muchos textos históricos definen este concepto, erróneamente, como sinónimo de ladrón, asesino o usurpador.
[7] http://www.mapuche.info/fakta/merc020322.html visitado el 23 de mayo de 2010 10:45 hrs.
[8] http://www.ine.cl/cd2002/sintesiscensal.pdf visitado el 13 de agosto de 2010 18:15 hrs.

[9] La legislación vigente en chile reconoce a ocho grupos étnicos: Alacalufe, Atacameño, Aymara, Colla, Mapuche, Quechua, Rapa Nui, Yámana.

[10] Temuco, Concepción y Osorno, por otro lado, son otras de las ciudades que concentra un número significativo de mapuche urbano. Si bien es cierto, resulta interesantísimo analizar las características y particularidades de cada ciudad, en este trabajo no se hará un mayor estudio, puesto que aunque presentan similitudes generales en la forma de migración, en cada una de ellas existen distintas realidades debido a su condición geográfica y demográfica, lo que mantiene y/o modifica las costumbres propias de la nación -refiriéndonos principalmente a la vida en la comunidad-.

[11] Denominación que los mapuche le dan a los mestizos mapuche
[12] La entrevista completa puede ser encontrada en http://www.culturaenmovimiento.cl/ulmapu/index.php?option=com_content&task=view&id=19&Itemid=1 página visitada el 17 de agosto de 2010
[13] Leonel Lienlaf es un poeta mapuche, nacido en la comunidad de Alepue, cerca de San José de la Mariquina. Pertenece a la nueva generación de poetas bilingües que escriben en mapudungún y español.

[14] Artículo “La(s) identidad(es) Mapuche(s) desde la ciudad global en Mapurbe venganza a raíz de David Aniñir” texto disponible en la versión online la Revista Chilena de literatura http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-22952009000200002&script=sci_arttext visitado el 12 de agosto de 2010.

[15] Extracto del poema “Lautaro” de David Aniñir.
[16] Extracto del poema “Mapurbe” de David Aniñir.
[17] Mapu denominación indígena que significa tierra, pero su contenido semántico no puede ser reducido a la interpretación castellana de la palabra. La tierra para los mapuche es una mezcla de cuerpos y la naturaleza en su máxima expresión. La denominación Mapu =tierra Che=gente, nos habla más que de una composición de definiciones, a entender la concepción cósmica del hombre y la naturaleza, su fuente de vida. 


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