Lo harán volar
con dinamita. En masa,
lo cargarán, lo arrastrarán. A golpes
le llenarán de pólvora la boca.
Lo volarán:
¡y no podrán matarlo!
Lo pondrán de cabeza. Arrancarán
sus deseos, sus dientes y sus gritos.
Lo patearán a toda furia. Luego
lo sangrarán:
¡y no podrán matarlo!
Coronarán con sangre su cabeza:
Sus pómulos, con golpes. Y con clavos
sus costillas. Le harán morder el polvo.
Lo golpearán:
¡y no podrán matarlo!
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán. Y a golpe de matanza,
lo clavarán:
¡y no podrán matarlo!
Lo pondrán en el centro de la plaza,
boca arriba, mirando al infinito.
Le amarrarán los miembros. A la mala
tirarán:
¡y no podrán matarlo!
Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Querrán descuartizarlo, triturarlo,
mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.
Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Al tercer día de los sufrimientos,
cuando se crea todo consumado,
gritando: ¡libertad! Sobre la tierra,
ha de volver.
Y no podrán matarlo.
Alejandro Romualdo Valle
Perú